miércoles, 9 de marzo de 2011

Australia, un nuevo continente

Australia, es una descomunal isla quince veces mayor que España y con menos de la mitad de nuestros habitantes.




Sydney es la puerta de entrada de Australia.




Una  puerta muy bonita, ricamente decorada, a caballo entre la tradición y la modernidad, 




que abre a amplios espacios verdes y recibe con calor a sus visitantes.
Pero no todo son flores, sucede en nuestro viaje a Tokyo y no es tan pulidamente limpia, ni tiene sus extraordinarias comunicaciones y aunque las estadísticas dicen lo contrario nos ha parecido más cara que la capital nipona.
Qué duda cabe que la mirilla de esta puerta de entrada a Australia es la Casa de la Ópera.



Antes de que se construyese este extraordinario edificio, Sydney no tenía imagen. Después se puede comparar con París y su Torre Eiffel o Londres y su Big-Ben.


  
Al arquitecto danés que ganó el concurso del proyecto le pagaron 5.000 libras esterlinas. Es incalculable el beneficio que ha obtenido la ciudad con este mágico edificio.



Hemos tenido la oportunidad de escuchar a la Orquesta Sinfónica de Sydney nada menos que dirigida por Vladimir Ashkenazy.



Y yo he tenido la oportunidad de inmortalizar a la voz cantante



 … y a la Orquesta en pleno.





Pero la bahía de Sydney no es solo la Opera, antes tenía el puente…





…  y después ha ido creando la nueva imagen.


... con Lagartija Dundee

Compaginando la conservación de lo más antiguo 






con las nuevas líneas.







Y vaya “marcha” que tiene por la noche.



Sydney es tan agradable, que si tuviéramos que vivir en otro lugar que no fuese España, esta ciudad sería una de las favoritas. Eso sí con una pensión bastante más alta.
El personal es muy desenfadado y yo para ponerme a tono le he dicho al peluquero que me deje como a este…



Ya sabéis que lo mío va de cresta, pero me ha contestado que no puede hacer milagros.
Sigo con mis “trabajitos” de vez en cuando y hasta ahora son todos clientes asiáticos. 


(antonio en plena faena)


Esto es un filón, los amarillos se casan por todas partes,...
... (¡¡nos vamos a forrar!!)  

Hemos viajado a las Montañas Azules, un Parque Nacional que está a unos 150 kms.  al oeste de la ciudad, 




donde hemos visto a una familia de canguros



…y no hemos reparado en riesgos...



…para tener mejores vistas.



Hemos vuelto a la ciudad en barco recorriendo el rio Perramatta y todo el Puerto, que es mucho más que la Bahía, es una sucesión de muchos kilómetros de casas de veraneo con veleros atracados en el jardín muelle.



Hemos salido de Sydney, no sin antes cerrar la puerta,



para “acercarnos” a la vecina Cairns, (está solo a casi 3.000 kms.) y poder ver de cerca al único grupo animal que se ve desde el espacio, la Gran Barrera de Coral, de 2.000 Kms. de longitud.
De Cairns es de donde está más cerca de la costa, a unos 100 kms.,  el borde exterior de la Barrera.
El arrecife contiene más de 350 especies de coral, unas 10.000 especies de esponjas, más de 4.000 especies de moluscos y más de 1.500 especies de peces.



Pero lo más llamativo es que es una maravilla vista con solo gafas y tubo. 





Es vivir los documentales en vivo y en directo.


Hemos estado todo el día en el barco, que pena que Mati se ha mareado y no lo ha disfrutado del todo.
Así que al final del día he tenido que zambullirme solo en busca de la aventura...




... y me he encontrado con esta ¡¡almeja!!...




... de 120 cms. ...¡¡¡y dos orificios!!
(n. del a.: las fotos estan hechas con una cámara de usar y tirar)

Cairns es un pequeño pueblo, que si no fuese por la Barrera, ni existiría.




 Tiene una gran playa en el pueblo que les sirve de muy poco, está prohibido bañarse porque hay…


…¡¡cocodrilos!!...¡¡en el mar!!

Pero por lo que cuentan, los cocodrilos no se dejan ver demasiado, porque tienen miedo… de las medusas, que son mortales.
Así que Mati, a pesar de la Barrera de Coral, con el mareo, los cocodrilos, las medusas y la falta de playas … y de ¡chiringuitos! no hace mas que acordarse de Almuñécar.
Eso sí, como estámos en el trópico, nos están cayendo unas tormentas de las de a cubo las gotas, así que aprovechan la lluvia para tener una piscina gigante en medio del paseo marítimo.



Y para rematar el espectáculo tienen unos árboles con unos frutos extraordinarios…


… ¡¡murciélagos gigantes!!


Es sorprendente lo generosa que ha sido la naturaleza con este país,


al menos en los lugares visitados. Las ciudades están llenas de 


parques con árboles gigantescos.






Hemos pegado otro saltito de casi 4000 Km 






para conocer Melbourne


la ciudad de los Juegos Olímpicos de 1954 y cuna del mítico tenista 


Rod Laver.




(este es otro mítico tenista) 






Es una ciudad muy agradable, desenfadada, llena de gente joven,







pues su Universidad atrae a estudiantes de toda Australia.






Es moderna y atrevida, con edificios muy divertidos.










El centro está lleno de bares, cafés y restaurantes. Se respira una


estupenda atmósfera.












Algo singular en ella son los tranvías, que están por todas partes y te


permiten recorrer la ciudad, incluso gratis. 










Melbourne nos ha dejado un sabor de boca estupendo.






Estaremos unos días más por estas tierras australianas antes de partir
a nuestras antípodas.
No sufráis si no recibís noticias nuestras en los próximos días pues
nuestra intención es aventurarnos por las islas Neozelandesas 
recorriéndolas en coche... eso sí, siempre por la izquierda. 
Seguiremos informando...en cuanto podamos.


Salud y República. 


antonio y mati.